Estaba ahí parada.
Lo escuchaba con los ojos cerrados
y los brazos extendidos.
Vestida de blanco, con los cabellos al viento.
Lo escuchaba y lo veía en esa luz clara
con la que conecto buscando esperanza.
Me quedé así el tiempo que pude, no sé cuánto fue.
¿Diez minutos, una hora?
No había otro sonido más que el del mar,
ni otra sensación que la de la brisa
recorriendo mi cuerpo
junto a la arena cubriendo mis pies.
Estaba ahí parada, lo escuchaba con los ojos cerrados
hasta que de pronto amaneció.
Lo escuchaba con los ojos cerrados
y los brazos extendidos.
Vestida de blanco, con los cabellos al viento.
Lo escuchaba y lo veía en esa luz clara
con la que conecto buscando esperanza.
Me quedé así el tiempo que pude, no sé cuánto fue.
¿Diez minutos, una hora?
No había otro sonido más que el del mar,
ni otra sensación que la de la brisa
recorriendo mi cuerpo
junto a la arena cubriendo mis pies.
Estaba ahí parada, lo escuchaba con los ojos cerrados
hasta que de pronto amaneció.
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