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Mostrando entradas de febrero, 2014

El niño del desierto

Se aleja el niño del desierto sin mirar atrás, sin dejar huella, el viento se lleva sus pasos, la arena traga su sombra, la noche absorbe su miedo, él marcha. Marcha porque no se puede quedar, su inocencia lo protege, su inocencia lo vulnera, el niño del desierto escapa como puede, es su última esperanza. Llegará a algún lugar o no llegará, lo acogerán o lo dejarán morir, será esclavo o será libre, el tiempo pasará o se paralizará, crecerá, será un hombre o nadie de él sabrá lo único certero es que eligió partir. Llegará o no llegará, será o no será, el niño del desierto en la oscuridad está, conocerá la luz o en la noche morirá, su inocencia lo protege, su inocencia lo vulnera, el niño del desierto entre tus manos está.

Elefante

Grande, animal de tierra seca y lodo, de árboles y plantas, se mueve el suelo bajo tus patas, que nadie se entrometa en tu manada. Noble ser de caricia sencilla, fiel a su familia. Juguetón y compañero, luchador de cuántos tiempos pasados y venideros. Víctima de codicias humanas, de colmillos y marfiles, de muerte prematura e injusta, de excesos, cazas y torturas. Grande, por dentro y por fuera, elefante de las fortunas que sacude la tierra.

Pulmones

En cajas cerradas los pulmones, las vibraciones regurgitan aire, se asfixian las voces, la boca se cierra. Bomba de relojería abatida, sacudida por el viento que golpea la salida y no permite entrar la libertad. Rejas que simulan costillas, se disfrazan de humanas, se hacen las tímidas mientras aprisionan mi vida. En cajas cerradas los pulmones, en rejas mimetizadas las voces.

Las respuestas caen del cielo

Respuestas que caen del cielo, las recoge la pluma que pregunta, desaparece el suspiro y corre una lágrima, corre. En los ojos anida un momento, uno especial, uno curioso, uno único, sin igual, uno que añoro tener, que brilla en esa lágrima que se esparce. Las respuestas caen del cielo, ni papel, ni letras, ni canciones, ni músicas, ni silencios, las respuestas caen del cielo. Caen como hojas de otoño, como algo natural que debe suceder en determinada época del año, de la vida de una persona. Caen, a veces a golpes, a veces suavemente. Me pregunto: ¿Cuántas veces deben caer para que yo me dé cuenta?