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Mostrando entradas de enero, 2015

El grito

A veces me acuerdo de él y me duele. Me duele el alma, la garganta, las manos, los ojos... Me dueles tú, me duelo yo, me duele el egoísmo, la confusión, la frustración, el miedo.... Me acuerdo de él y se ahoga la voz, se encoge la boca, se calla la vida. El grito se vuelve a escapar en silencio y explota por dentro.

Mi lado izquierdo

Ahi te colocas, te acomodas, te balanceas, te acunas. Parece que sentado admiras el resto del espacio, del universo que te espera allí fuera. Ahi te posicionas aunque tengas que dar muchas vueltas, gira que te gira, empujas por aquí y por allá, deformas mi vientre o lo re-formas. Ahi estás, dicen que porque es el lado del corazón, y sin duda el mio late más fuerte por la alegría que le das.

El niño de las hojas

El niño con hojas en las piernas  que extendía los brazos al sol nació de un deseo, el más puro y sincero, el más profundo. Salió de una caja enterrada en el jardín, mitad árbol, mitad humano, el niño con hojas en las piernas  que extendía los brazos al sol. Dibujaba, retrataba, tal como lo hacía su madre, hablaba sin tapujos, sin prejuicios sólo huía de sus temores, de los miedos aprendidos. Amaba el arte, la música, el ritmo, la risa de las personas, los desafíos, amaba la vida, la tierra y la nobleza, tal como era su padre.   El niño con hojas en las piernas  que extendía los brazos al sol repartía esperanza y coraje, convertía los sueños en poesía, y la poesía en realidad.  Nació de un deseo, el más puro y sincero, el más profundo, el niño con hojas en las piernas  que extendía los brazos al sol. Inspirado en:   La extraña vida de Timothy Green