No eres mi media naranja,
mi ventrículo izquierdo,
mi otro yo,
ni mucho menos mi complemento.
Eres mi cáscara, mi sangre,
mi compañero, mi amante.
Eres mi hogar,
el lugar donde quiero estar,
donde me siento segura y valiente,
donde todo puede pasar
y estarás a mi lado.
Eres el sentido que me falta,
la razón que me exalta,
la pasión que me despierta,
el miedo que se olvida.
Eres el padre de mi hijo,
de lo más preciado de mi vida,
eres el amor de mis despertares
y el sueño de mis noches.
Eres tú, sin duda...
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