Al otro lado del río que muere
los pájaros se reúnen para dormir.
Se alborotan con la llegada
de cada nuevo huésped
y tardan en acomodarse,
en agruparse equilibradamente,
pero cuando lo consiguen
una isla de flores blancas parecen.
Y luego llega el atardecer
que pinta de naranja, de rosa, de morado,
el lienzo blanco
y el verde del suelo asoma,
casi por descuido u orden divino,
perfecto equilibrio de naturaleza y color.
Isla blanca, isla viva,
quién niega tu belleza
definitivamente no entiende nada,
quién deja morir tus orillas
es una pobre alma
que confunde la riqueza
con el valor.
Isla blanca de pájaros sabios,
traed a más amigos
para que podamos devolver la vida a nuestro río,
a nuestro Tajo querido
que tantas bocas alimenta.
Isla blanca de mis noches negras,
que la Luna ilumine vuestro canto
y cuando llueva sea la tormenta
vuestra verdad
para que arrastre toda la mezquindad
hoy nos crucifica.
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