Si fuera poetisa

Frente a mi, el Sol. Espíritu Inca, Dios de la Vida y la Muerte, luz clandestina que suplica por el sacrificio humano. Frente a mi, la Luna. Diosa de la noche, jueza de senderos, luz clandestina que ilumina el río entre mis manos. Frente a mi, la Tierra. Hogar y Sirena del mar que captura la vista de las piedras, luz clandestina de enredaderas para quien no respete la fiera.

Por la mañana temprano, cuando antes de partir al trabajo me brinda su abrazo, un beso y la promesa de su regreso en el amor más bello que depositan sus ojos en mi rostro cuasi dormido. Por la tarde, en la comida, cuando se sienta a mi lado, brinda conmigo y celebra nuestro encuentro degustando el alimento. Por la noche, al final del día, cuando lo espero con ansia para volver a repetirle todo lo que lo quiero.

Yo no me acuerdo de memoria los versos que escribí, las estrofas que pronuncié, los poemas que redacté a mi mano alerta a nuevas composiciones. No recuerdo las voces ni los tonos, las palabras, los sentidos, las posiciones ni propociones, sólo sé que escribí. Escribí como se marca un animal, como se pinta una pared, como se dibuja una señal, como se fotografía una realidad, como se expone una obra de arte. Escribí para ser libre, para exhorcisar el alma, para compartir la vida, para ser, simplemente, humana. Escribí para poder recordar.