Lanzadas al viento, no importa quien las escuche, lo importante es que las crea. Atraviesan esperanzas, motivan, mueven, hasta que caen, derrumban sonrisas y hunden... Hunden los sueños, las vibraciones y los sentidos, hunden las caricias aterciopeladas que gritaban los niños. Pero no. Las promesas lanzadas al viento son escaparates, muestras de éxito, quizás no sean reales, pero son posibles, por eso son importantes. Yo quiero promesas sinceras, de ésas que tienen caderas para adaptarse a quien las espera. Yo quiero promesas verdaderas, de ésas que movilizan la Tierra para hacerla más bella. Yo quiero promesas, promesas lanzadas al viento, promesas que me encuentren antes de que muera.