¡Qué bonito suenan los pájaros! ¡Qué bonito! Despiertan al día de su descanso pintan de vida el cielo. Aunque los vencejos casi nunca detienen su vuelo, ni durmiendo dejan de volar, la noche tiene un silencio azulado que no trae más que paz. ¡Qué bonito suenan los pájaros! ¡Qué bonito! Su canto se acerca, se aleja, varía con cada intención. Hablan entre ellos, gozan de su libertad, disfrutan del verano con volteretas, me invitan a volar. ¡Qué bonito suenan los pájaros! ¡Qué bonito! Entre la emoción de las golondrinas y los aviones, también se cuela la bienvenida de la cigüeña a su pareja que trae la comida para ella y sus cigoñinos. Desde el balcón de mi casa, cerquita del río Tajo, miro los restos de puertas, torres y murallas que estaban en el origen de mi ciudad, Talavera, y admiro como mis amigos queridos, hacen sus nidos, sus casas y reinventan la historia.