Ir al contenido principal

No estás sola

No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
esa sensación de flotar en el aire
y no tener alas,
de creer que la vida se me escapa
mientras despliego mi mapa
buscando el camino de mi alma.

No estás sola, 
a mí, a veces, también me pasa,
que se me corta el aliento,
que el corazón se me para,
que la vida pasa,
mientras yo miro como si fuese de otro planeta.

No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que no quiero, no puedo,
no entiendo, ¡que ya basta!
y debajo de esa nube que distraída empapa
yo encuentro alivio, esperanza...

No estás sola, 
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que no encuentro motivo,
sentido ni razón para seguir en casa,
me cansan las presencias, las ausencias,
las verdades, las mentiras,
me agobian las preguntas, las respuestas,
el ruido, el silencio,
la humedad y el tiempo...
no tengo ganas de seguir tejiendo...

No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
que me comen los miedos,
que me imponen los juegos,
que me angustian los viejos,
que no me importa nada
que quiero tirar la toalla
y dejar esta máscara que amarga.

No, no, no, de verdad, no estás sola
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que solo necesito una cosa:
el abrazo de la calma.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La isla blanca

Al otro lado del río que muere los pájaros se reúnen para dormir. Se alborotan con la llegada de cada nuevo huésped y tardan en acomodarse, en agruparse equilibradamente, pero cuando lo consiguen una isla de flores blancas parecen. Y luego llega el atardecer que pinta de naranja, de rosa, de morado, el lienzo blanco y el verde del suelo asoma, casi por descuido u orden divino, perfecto equilibrio de naturaleza y color. Isla blanca, isla viva, quién niega tu belleza definitivamente no entiende nada, quién deja morir tus orillas es una pobre alma que confunde la riqueza con el valor. Isla blanca de pájaros sabios, traed a más amigos para que podamos devolver la vida a nuestro río, a nuestro Tajo querido que tantas bocas alimenta. Isla blanca de mis noches negras, que la Luna ilumine vuestro canto y cuando llueva sea la tormenta vuestra verdad para que arrastre toda la mezquindad hoy nos crucifica.

Mereces ser amada

Mereces ser amada no tienes que hacer nada. Sonríe, sueña, vive,  llora, calla, vive,  grita, suelta, vuela, vive.  Nada. No tienes que hacer nada.  Baila, como bailan las notas de la guitarra,  del piano, del chelo, del arpa.  Camina, corre, sin pausa, sin prisa,  sin ganas, con ganas,  con esperanza, desesperanzada.  Pero que sepas que no tienes que hacer nada. Mereces ser amada,  como se aman las almas,  los duendes, las hadas,  la realidad y la fantasía.  Como se aman las flores, los ríos,  los bosques y las sorpresas.  La sorpresa de ser tú misma,  la que brilla con luz propia,  con alegría, con tristeza,  con rabia, con asco,  con miedo,  con luz y oscuridad.  Eres dueña de tu vida,  no tienes que hacer nada  para merecer ser amada.  Abre los ojos, mírate,  eres tan valiosa  que nadie te haga creer que eres una farsa.  Eres real, eres a...

Desde mi ventana

Desde mi ventana los árboles me hablan. Algunos calvos, otros repeinados, caducos o frondosos, desnudos o vestidos, solos o acompañados... Todos con nidos, con vida entre sus ramas, o con habitantes imperceptibles al ojo humano. Todos son hogares... Bailan con la brisa, con el viento, abrazan la tierra y se bañan con la lluvia. Los árboles me hablan desde mi ventana. Veo una paloma en lo alto de un pino, se acicala, se acomoda y descansa. Mientras el sol acaricia sus alas, sus plumas brillan y ella me mira. El árbol se ha movido bajo sus patas, los metros la alejan del suelo y ella sigue en calma.