No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
esa sensación de flotar en el aire
y no tener alas,
de creer que la vida se me escapa
mientras despliego mi mapa
buscando el camino de mi alma.
No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
que se me corta el aliento,
que el corazón se me para,
que la vida pasa,
mientras yo miro como si fuese de otro planeta.
No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que no quiero, no puedo,
no entiendo, ¡que ya basta!
y debajo de esa nube que distraída empapa
yo encuentro alivio, esperanza...
No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que no encuentro motivo,
sentido ni razón para seguir en casa,
me cansan las presencias, las ausencias,
las verdades, las mentiras,
me agobian las preguntas, las respuestas,
el ruido, el silencio,
la humedad y el tiempo...
no tengo ganas de seguir tejiendo...
No estás sola,
a mí, a veces, también me pasa,
que me comen los miedos,
que me imponen los juegos,
que me angustian los viejos,
que no me importa nada
que quiero tirar la toalla
y dejar esta máscara que amarga.
No, no, no, de verdad, no estás sola
a mí, a veces, también me pasa,
me pasa que solo necesito una cosa:
el abrazo de la calma.
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