Te invento en el silencio de la noche,
en la rutina de la mañana,
en la angustia de la tarde.
Te llamo y no respondes.
Me refugio en el pensamiento
de encontrarte más adelante,
pero aun así te extraño.
Sé que no vendrás
y tendré que aguantarme u olvidarte.
Tal vez sea más sano dejarte,
así como lo has hecho tú al abandonarme.
¿Qué hago con las ganas de verte,
con el antojo de besarte, de tocarte?
¿Qué hago conmigo hecha este desastre?
Odio este desencuentro de quererte
y que sea tan fácil para ti alejarte
de los recuerdos, de los bellos momentos,
de los difíciles y de los temperamentales.
Odio amarte, necesitarte, depender de ti.
Odio odiarte. Odio sentirte.
Vete.
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