Al cabo de un tiempo despierto y solicito al Universo una visita, una ocasión para hablar con él, para explicarle mi ausencia.
Al cabo de un tiempo despierto, aun con los ojos cerrados despierto y siento mis dedos depositados desordenadamente sobre una superficie suave, cuarteada o cuadriculada. Creo que es un teclado, pero me divierto adivinándolo porque imagino que me he dormido escribiendo algo. No lo recuerdo ni tampoco importa.
Toco música porque ahora es un piano, no un escritorio de letras aglutinadas extrañamente por alguien que no conozco, El instrumento que tiene una armonía especial para mi, que es atrapado por mi oído inquieto suena y yo me deleito. Lo reconozco, lo incorporo, lo escucho, lo siento vibrar dentro de mi, ahora yo soy su instrumento.
De pronto me equivoco de nota y pierdo el ritmo, se acaba la armonía y otra vez el ordenador recupera su forma transliterada. Lo escucho cuando mis dedos se precipitan en busca de un nuevo motivo, una nueva melodía. Parezco despiadada con este piano que ya no es un piano sino un teclado distinto que tiene su propio ruido, que se acaba, se apaga y yo le pido que tenga más matices y sonidos, pero todas las notas suenan igual. Me frustro un instante.
Parezco de mentira y de verdad pero puedo intentar llamarte luego porque al cabo de un tiempo despierto y solicito al Universo una visita, una ocasión para hablar con él, para explicarle mi ausencia.
Simulo ser diferente, me pinto de sueños porque yo quiero ser lo que puedo ser. Intento desafiarme a mi misma en un reto audaz y aun así sé que es imposible transformar mi teclado en un piano. Lo único que me queda es agregar un programa al ordenador que me engañe y le haga sonar como tal.
Finalmente el Universo me da cita. Le explico que tuve un sueño en el que hablaba con él para pedirle que me diera un don que no tengo, una habilidad que deseo, una capacidad que añoro: quiero aprender a tocar el piano.
Al cabo de un tiempo despierto, aun con los ojos cerrados despierto y siento mis dedos depositados desordenadamente sobre una superficie suave, cuarteada o cuadriculada. Creo que es un teclado, pero me divierto adivinándolo porque imagino que me he dormido escribiendo algo. No lo recuerdo ni tampoco importa.
Toco música porque ahora es un piano, no un escritorio de letras aglutinadas extrañamente por alguien que no conozco, El instrumento que tiene una armonía especial para mi, que es atrapado por mi oído inquieto suena y yo me deleito. Lo reconozco, lo incorporo, lo escucho, lo siento vibrar dentro de mi, ahora yo soy su instrumento.
De pronto me equivoco de nota y pierdo el ritmo, se acaba la armonía y otra vez el ordenador recupera su forma transliterada. Lo escucho cuando mis dedos se precipitan en busca de un nuevo motivo, una nueva melodía. Parezco despiadada con este piano que ya no es un piano sino un teclado distinto que tiene su propio ruido, que se acaba, se apaga y yo le pido que tenga más matices y sonidos, pero todas las notas suenan igual. Me frustro un instante.
Parezco de mentira y de verdad pero puedo intentar llamarte luego porque al cabo de un tiempo despierto y solicito al Universo una visita, una ocasión para hablar con él, para explicarle mi ausencia.
Simulo ser diferente, me pinto de sueños porque yo quiero ser lo que puedo ser. Intento desafiarme a mi misma en un reto audaz y aun así sé que es imposible transformar mi teclado en un piano. Lo único que me queda es agregar un programa al ordenador que me engañe y le haga sonar como tal.
Finalmente el Universo me da cita. Le explico que tuve un sueño en el que hablaba con él para pedirle que me diera un don que no tengo, una habilidad que deseo, una capacidad que añoro: quiero aprender a tocar el piano.
Considero que escribes muy bella y delicadamente. Ojalá te animes a escribrir poesía. Besos.
ResponderEliminarLa visita a este tu sitio, me reconforta cada vez que paso y me voy muy reconfortado, tus letras estan verdaderamente muy bien.Pásate por Pregrino de Sabiduria que algo nuevo esta para ser leido. Mucha luz y hasta pronto.
ResponderEliminar