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Tú, quien me lee

Tú que vienes de un lugar que no conozco,
que no he visitado, que tal vez lo haga
pero no puedo asegurarlo.

Tú que me llamas poestisa
y me llenas de amor y luz,
de una ternura que no sé si es merecida
pero que recibo porque me la regalas
más allá de mis posibilidades de detenerla.

Tú que escribes con el alma,
con las manos enguantadas o con sangre…

Tú que me ofreces tu alegría cuando la mía no alcanza,
cuando se me cae la esperanza, cuando huye de mí.

Tú que das pasitos gigantescos en mi corazón,
que avanzas y aún así por tus tropiezos pides perdón.

Tú que me buscas, me llamas,
me dices que necesitas mi canción
aún cuando en ocasiones creo que se me ha apagado la voz.

Tú que me transformas, me ilusionas,
me sueñas, me imaginas,
me haces princesa de cuentos y también mendiga
con tus verdades crudas y profundas.

Tú que usas largavistas, gafas y telescopios.
Tú que te fascinas por los microscopios
y las lupas de todos los tamaños.

Tú detallista, amante de la naturaleza,
de las cosas pequeñas y las grandes,
amante de las personas.
Tú, él/la que lee.

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