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Cuatro formas de armar tu cuerpo

I
Tus brazos mi almohada,
tu pecho mi colchón,
tu boca mi oxígeno,
tu corazón mi vida,
tus manos mi ropa,
tus ojos mi espejo,
tus orejas mi alimento,
tu nariz mi deseo,
tu cuello mi refugio,
tus piernas mis sábanas,
tus pies mi bolsa de agua,
tu espalda mi manta,
tu pelo mis guantes.

II
Tus brazos mi prisión,
tu pecho mi castigo,
tu boca mi veneno,
tu corazón mi tortura,
tus manos mis cadenas,
tus ojos mi fuego,
tus orejas mi maldición,
tu nariz mi delirio,
tu cuello mi condena,
tus piernas mi división,
tus pies mi premisa,
tu espalda mi pared,
tu pelo mi cortina.

III
Tus brazos mis alas,
tu pecho mi paracaídas,
tu boca mi gasolina,
tu corazón mi motor,
tus manos mis garras,
tus ojos mi luz,
tus orejas mi escape,
tu cuello mi compás,
tus piernas mi aterrizaje,
tus pies mi estabilidad
tu espalda mi cordura,
tu pelo mi visera.

IV
Tus brazos mis remos,
tu pecho mi barca,
tu boca mi mar,
tu corazón mi presa,
tus manos mi red,
tus ojos mis gafas,
tus orejas mi voz,
tu cuello mi brújula,
tus piernas mi puerto,
tus pies mi ancla,
tu espalda mi fortuna,
tu pelo mi vela.

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Al otro lado del río que muere los pájaros se reúnen para dormir. Se alborotan con la llegada de cada nuevo huésped y tardan en acomodarse, en agruparse equilibradamente, pero cuando lo consiguen una isla de flores blancas parecen. Y luego llega el atardecer que pinta de naranja, de rosa, de morado, el lienzo blanco y el verde del suelo asoma, casi por descuido u orden divino, perfecto equilibrio de naturaleza y color. Isla blanca, isla viva, quién niega tu belleza definitivamente no entiende nada, quién deja morir tus orillas es una pobre alma que confunde la riqueza con el valor. Isla blanca de pájaros sabios, traed a más amigos para que podamos devolver la vida a nuestro río, a nuestro Tajo querido que tantas bocas alimenta. Isla blanca de mis noches negras, que la Luna ilumine vuestro canto y cuando llueva sea la tormenta vuestra verdad para que arrastre toda la mezquindad hoy nos crucifica.

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