Lágrimas secas que no encuentran su emoción,
desconocen el camino que las hizo llegar,
que las convenció para nadar
en el oasis del desierto que supieron amar.
Lágrimas secas que no distinguen entre la arena y el agua,
entre la sombra y la luz, entre la mentira y la verdad.
Lágrimas secas de piedad, de desilusión,
de ternura, y de amor.
Del amor más puro que siente el río
por los peces que lleva al mar,
por las piedras que le hacen cambiar,
por los labios que oye suspirar.
Lágrimas secas, ni húmedas ni mojadas ni tempestuosas.
Lágrimas ajenas a la naturaleza,
lágrimas que no deberían existir.
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