“No llores o desahógate, mejor”,
le dijo el Sol a la Luna y la Luna lloró.
Lloró tanto que el Sol también se mojó,
se inundaron los ríos y los mares y la tierra desapareció.
Lloró tanto que el planeta empezó a llamarse Agua
y la Luna en ella se reflejó.
Se vio ojerosa y fea,
pero eso no la deprimió sino que la hizo sonreír.
El Sol había quedado exhausto en su abrazo apretado,
pero prefirió dormirse abrazado a la Luna antes que dejarla sola.
La Luna se preocupó por el desastre ocasionado y despertó al Sol.
“Ríe o desahógate, mejor. Brilla para que la vida vuelva a brotar”
Y el Sol se desperezó y empezó a evaporar el agua,
aparecieron las montañas, los árboles y las plantas,
regresó la vida a la Tierra y a la Luna su esperanza.
¿Qué se hace con la tristeza?
Lo mismo que con la alegría:
Se la deja fluír.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Gracias por pasar, comentar y sugerir!