Divago atrapada por una rama encarnizada
clavada en mi brazo derecho,
hundida en mi corazón,
dispersada su salvia por mi sistema circulatorio.
Divago echando raíces por la tierra dura,
buscando el agua que se ha secado en las lágrimas
que no supe llorar cuando murió la libertad.
Divago en el recuerdo del río que recorrió mi sonrisa
la última vez que te vi,
la última vez que fui, la última vez que viví.
Divago creyendo en algo que no sé,
quizás en la utopía de ser, en la necesidad de ser
en el pretendido oasis después de un camino desierto y vacío.
Divago preguntándome por qué,
por qué después de tanto tiempo
una rama embiste mi brazo derecho
haciéndome sentir la sed.
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