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Carta de un corazón agobiado

Sigo tratando de mantener la moral alta, sobre todo porque vienen dentro de poco, pero es cierto que hay días que es difícil sonreír y sentirme yo misma.

Parece que voy a contracorriente sin saber a donde voy. "¿Quién mejor que yo para saberlo?" tengo que repetirme y parece que una esperanza se asoma.

Ya no importa qué, dónde ni con quién, sólo importa cómo y cuándo. Nunca es suficiente, nunca alcanza y, a veces, para sorpresa mía, descubro que sobra miedo y egoísmo. ¡Qué rabia da!

Es cierto que me sitúo mal frente a las situaciones, es evidente que me atasco y, esa visión que alguna vez fue un sueño tiene que morir, porque los sueños ocultan la realidad.

Me duele no tener nada y creer que todo es posible porque a diario me doy que no es cierto. La única que puede hacerlo posible soy yo y no sé por qué no lo hago.

¿Qué es conformarse? Ya no hay otra opción que ésa. 

Y eso... Simplemente volver a empezar otra y otra y otra vez, por una vez me gustaría continuar, no a través del espejo que se refleja en otro espejo y lleva al infinito, sino a través del camino.

Siento el marrón, hay cosas más importantes que hacer que seguir lamentándose.

Hay que maquillarse un poco y seguir buscando hasta conseguir algo: indefinido pero remunerado. Por supuesto, dentro de la ley y la dignidad humanas, suponiendo que algo de eso tenga sentido en este mundo que ha tocado vivir. 

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