El aire besa mi cara
mientras el calor come mis ganas.
Después de un sueño de varias horas
tampoco aparece la calma.
La noche reclama
pero el sudor se queda entre las sábanas
gritando un nombre, llorando un hombre
porque la Luna desaparece de su cama.
Y es que nadie conoce sus entrañas,
su propósito ni su alma
como quién le ha dado la vida.
El aire besa, el calor quema
la noche sigue, no termina
espera que regrese a su cuna
aquella que entre sus brazos
conoció la locura.
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