Hay un Sol que sueña
en el regazo de la Luna.
Duerme, se da la vuelta
y vuelve a dejarse llevar.
Hay un Sol que palpita
en el corazón de la Luna.
Fuerte, más fuerte, más fuerte
hasta que reposa en su altar.
Hay un Sol que acompaña
la andadura de la Luna.
La viste y la desnuda
haciéndola posible con su ternura.
Hay un Sol que se desvive
por la locura de la Luna.
La baña en el río
y la peina con las nubes
dejándola accesible para la noche oscura.
Hay un Sol enamorado de la Luna
que la busca y se pierde
para que ella lo pueda encontrar.
Un Sol que tiene nombre
pues ha nacido bajo la piel de un hombre
que la Luna en el Tajo bautizó.
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