El sueño se despierta mal herido,
mal herido el orgullo
y la confianza en si mismo,
lastimada la delicadeza,
la ingenuidad y la inocencia.
El sueño se mastica muerto,
acabado por el arrebato
y la locura ardiente,
la pesadilla del viento
al costado del rio.
El sueño se acaba a sí mismo,
se sacrifica ante el cambio de realidad,
se resume en un instante,
se pierde para siempre.
El sueño ya no es sueño,
tan sólo ilusión.
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