Darme un minuto de reflexión.
Me sentare en el sillón
o al borde de la cama,
miraré mi interior
y decidiré con el corazón.
Un minuto largo de introspección.
Repasaré los hechos,
sentiré vuestras palabras
y tomaré una decisión.
Uno para mi dolor,
para recordar que las heridas sanan,
que ahora soy más libre que esta madrugada
que te conozco, que quise conocerte
y estoy en capacidad de hablarte,
de responderte,
de ser lo valiente que soy
y sorprenderte.
Un minuto, uno... uno,
el mío.
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