Ya son las siete
otra espera inútil
de un sueño apaciguado en una promesa.
Otro minuto que pasa,
otro instante que pesa,
voy acumulando proezas
de paciencia dislocada y espesa.
Ya son las nueve,
mentiras, olvidos o indiferencia
tasas de café y un poco de vino,
el gato se lame y presume limpio.
Llegan las diez, llegan solas
otra noche oscura, sin velas
ni cascos de tortura,
me quedo en la cama
para que pasen las horas
sin contarlas.
Nada. Ni una sola gota de agua.
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