Desde mi ventana
los árboles me hablan.
Algunos calvos,
otros repeinados,
caducos o frondosos,
desnudos o vestidos,
solos o acompañados...
Todos con nidos,
con vida entre sus ramas,
o con habitantes imperceptibles
al ojo humano.
Todos son hogares...
Bailan con la brisa,
con el viento,
abrazan la tierra
y se bañan con la lluvia.
Los árboles me hablan
desde mi ventana.
Veo una paloma en lo alto de un pino,
se acicala, se acomoda y descansa.
Mientras el sol acaricia sus alas,
sus plumas brillan y ella me mira.
El árbol se ha movido bajo sus patas,
los metros la alejan del suelo
y ella sigue en calma.
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